Por: Alejandro Rozo
Cuando se trata de opinar y
particularmente cuando nos da por creernos alcaldes, gobernadores,
congresistas, diputados o hasta concejales; lo sabemos todo, algo muy similar pasa
cuando nos creemos técnicos de la selección Colombia y sabemos más que el
técnico o los mismos jugadores.
Ideas tenemos todos, unas más
acertadas que otras, pero bajo la premisa que dice “ninguna verdad es
absoluta”, debemos entender que el gran problema no solo político sino social,
radica históricamente en que nos contagiamos de un virus compuesto por crítica
destructiva, chisme, pesimismo y quien sabe que más; pandemia social colectiva
que nos urge combatir y solucionar para dejar atrás ese comportamiento rebaño
que se queda en solo generar juicios y descalificar pero no en el proponer ni
en el actuar.
Una mala planificación de
ciudad dada en las últimas dos décadas, elaboradas visiones de desarrollo,
planes y programas de competitividad, así como una cantidad de diagnósticos que
tenían como objeto perfilar y desarrollar económicamente a Ibagué y al Tolima,
fallaron, el cálculo prospectivo del desarrollo socioeconómico que hicieron,
“los que saben”, me refiero a aquellos sabios que en su momento facturaron a su
favor cuantiosos recursos para construir el futuro de la tierra firme, incumplieron y reprobaron la tarea. No solo
perdieron los que planificaron el desarrollo del territorio, perdimos todos; hoy
tenemos una economía débil, indicadores macroeconómicos negativos que han
permitido que el DANE, siempre nos esté calificando con el INRI de primera
ciudad en desempleo. Ese no puede seguir siendo el faro conductor al que nos
acostumbramos y nos volvimos indolentes sin tomar banderas, solo procurando
criticar y buscar culpables, cuando todos podemos tener algún grado de
responsabilidad.
El despertar del Tolima y
particularmente de Ibagué, debe ser ya, este es el año cero, el año del
reinicio; tendremos que si o si, trabajar con todo para sacar adelante y hacer
realidad esas apuestas que hoy parecen convertirse en utopías que nos mantienen
rezagados en el desarrollo y en el tiempo, mas no en esas soluciones de
desarrollo que esperamos, las cuales deben estar en manos de todos. Si no se
hace una reingeniería, en la que se proyecte y planifique una estrategia de
desarrollo en la que se incluya a la comunidad en tal construcción, en especial
en esos temas que hasta la fecha han sido improbables desde el momento de su
formulación, pasarán otros 20 años, sobre diagnosticando las mismas apuestas y
proyectos que hasta hoy han sido irrealizables.
Si no hacemos un alto en el
camino y replanteamos el método y la ruta de desarrollo económico que hasta hoy
no ha dado ni dará resultado, seguiremos en las mismas con los mismos; si no
vinculamos a la comunidad en el proceso de identificación del problema y en la
construcción de alternativas de solución, nunca recuperaremos la confianza de
los propios y mucho menos de extraños, ni de esos que debemos atraer a la ciudad destino de
inversión que ya tenemos a partir de las ventajas y condiciones tributarias
entradas en vigencia a partir del 01 de enero de 2021, gracias al acuerdo 0031
de 2020. No lo creemos, pero Ibagué y el Tolima, se consolidan como una muy
importante opción en Colombia para la relocalización de empresas, negocios y
hábitat con calidad de vida.
Por estas mínimas razones y
por algunas estudiadas cifras que prefiero no mencionar, es que debemos actuar
de manera proactiva y propositiva, acompañando y aportando a las entidades y
personas intervinientes, aportando desde la sociedad civil y el sector privado
en la priorización y planeación de proyectos que se deriven en negocios y
oportunidades generadoras de crecimiento económico y empleo.
Se da por sentado que en lo
público nada funciona bien, pero cuando no son los estudios y diseños, obligatorios,
por cierto, no se puede arrancar; cuando se tienen, que demora para colgar la
licitación y adjudicarla; que demora para empezar y peor aún si se declara
desierta, toda una terapia como dicen popularmente; se dan las condiciones
perfectas para querer corromper, y qué decir para que posteriormente paguen,
otra tragedia que, por insólita que parezca, todos la conocemos.
Entonces, hay que entender que
querer reactivar la economía esperanzándonos solo en lo público es bien
complejo, más cuando se responsabiliza a un gobernante que en realidad quiere
hacer las cosas bien y avanzar en temas que mejorarán la economía procurando
mitigar el hambre que produce la recesión económica causada por la pandemia, no
estamos para jueguitos de poder, ni para oposiciones politiqueras, las
inversiones se deben adelantar de inmediato como fórmula coyuntural para la
generación de empleo.
Esta tribuna debe servir para
seguir advirtiendo lo que sucede en lo público, no para cohonestar ni aplaudir
lo que está mal y siempre has estado así.
Ciudadanos debemos seguir
trabajando por amor a la ciudad, por trascender para bien, debemos referirnos a
lo bueno y procurar dar tratamiento con criterio a lo malo, todo con
objetividad, esto dirigido no a los críticos, pero si a los mezquinos y
destructivos, adjetivo que los define como unas personas hipócritas y ruines,
esos que cometen la acción, pero esconden la mano, esos que perjudican a todos
los demás, pero que nunca se hacen responsables de sus actos.
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