Por: Por: Duber Salazar, comunicador social y especialista en Marketing Político
Este 1 de mayo, Día del
Trabajo, el presidente Gustavo Petro ha dejado claro que no está dispuesto a
perder terreno sin dar batalla. Con desesperación y una popularidad en picada,
ha anunciado que sus seguidores marcharán en las calles, pero, ¿a favor de qué
lucha se están manifestando realmente?
Petro, en su desesperación, ha
mostrado un aire revanchista al convocar estas marchas. Sin embargo, lo que
intenta vender como un acto de defensa de su gobierno es, en realidad, un
intento de asegurar su permanencia en el poder ante la creciente ola de descontento
y desconfianza que lo rodea.
"El odio es el eje
central del mensaje. Un odio que yo no quiero que regrese al poder porque
mataría mucha gente, quizás peor de lo que hizo en el pasado. Lo que añoran es
la represión abierta, las masacres paramilitares y los asesinatos de jóvenes",
dijo.
En su discurso, Petro afirmó
que el pasado de mafiosos en el poder no debe volver. Sin embargo, ¿no resulta
irónico que él mismo provenga de un entorno que, por décadas, ha estado
asociado con la guerrilla y el narcotráfico? ¿Acaso no se da cuenta de que su
administración ha estado plagada de escándalos de corrupción?
"Hoy se expresaron en
libertad unos, las fuerzas populares deben responder, este 1 de mayo. No se
trata de dividir al país, ya viene dividido. Se trata de que suene también la
voz popular", aseveró Petro.
Marchar este 1 de mayo, día
del trabajo, es hacerlo a favor de Petro, no de los verdaderos ideales que
representan este día. Es una manipulación flagrante del sentido de la
celebración. Petro está utilizando la jornada para su beneficio personal,
intentando ocultar sus errores y desviar la atención del verdadero problema: su
propia ineptitud para gobernar.
Gustavo Petro está desesperado, y su convocatoria para este 1 de mayo es solo una muestra de ello. La falta de apoyo y la baja popularidad lo llevan a acciones desesperadas que, lejos de fortalecer su posición, solo evidencian su desesperación y su incapacidad para liderar un país. Es hora de que Petro entienda que su tiempo en el poder está llegando a su fin y que, por el bien de Colombia, es necesario un cambio verdadero y no un revanchismo disfrazado de lucha popular.