Por: Nelson Germán Sánchez Pérez -Gersan-
Conste que quien escribe esta columna tiene
familiares, amigos, vecinos, alumnos y demás que son dueños y conducen
motocicletas en la ciudad de Ibagué. Aclarado lo anterior, digo que las motos
en Ibagué pareciesen se están convirtiendo en una suerte de plaga, una
verdadera infestación vial de mal comportamiento. Bueno no los vehículos, sino
quienes los conducen.
Si existe una necesidad sentida y urgente para evitar
que ese problema público y evidente se desmadre, es un control de autoridad
efectivo y eficaz sobre conductores de motos y su mal comportamiento en las
calles. Eso sí que merece una campaña de conciencia vial y cultura ciudadana de
parte de la Alcaldía municipal.
Aquí no se necesita pagar grandes estudios, asesorías
en la materia e investigaciones profundas desde la academia para concluir lo
anterior. Baste amigo ciudadano, con que usted se detenga a observar 10 o 15
minutos en una vía, en un pare semafórico o cuando se desplaza en su carro,
buseta, Uber o a pie, como me gusta hacerlo a mí habitualmente, y mire hacia
las avenidas cómo transitan las motos.
Entonces se darán cuenta del "zigzageo"
peligroso para cambiar de carril y entre los vehículos, del exceso de
velocidad, de cómo no respetan el rojo semafórico y de la mala maña de no parar
en una esquina para entrar a otra calle o avenida, como es lo prudente y lo
lógico, sino se meten y giran sin precaución alguna pegados al andén, con el
consabido riesgo para sus vidas, las de los transeúntes y generando accidentes
viales.
Se calcula que 120 mil motos podrían estar circulando
en Ibagué, bueno las matriculadas -sin subregistros- número que muestra la
dimensión del problema. Claro cualquiera podría decir que del total de los 11
millones 276 mil que tiene el país, ese número no es nada, pero para una ciudad
intermedia como la nuestra sí que es bastante.
Igual, no se puede generalizar ni decir que todos los
conductores de motos en Ibagué tienen ese mal comportamiento, pero si pareciera
que ese mal cunde y se expande. Por eso se requiere una férrea disciplina vial
y una campaña que busque hacerlos conscientes de su responsabilidad al usar una
vía.
No voy a exponer el alto número de accidentes donde
están involucrados motociclistas, los heridos o muertos que tienen relación con
ellos o el número de hechos de inseguridad donde se ven relacionados; tampoco
la ilegalidad del servicio de transporte público que ofertan o el movilizarse
sin documentos al día, porque eso podría malinterpretarse en que es una
estigmatización hacia ellos. Y no es ese el sentido de esta nota. Lo que sí
pretendo es dejar una alerta pública sobre ese fenómeno, para después no
estarnos quejando sobre que nadie advirtió ni señalo nada sobre ello y
pretendiéramos hacer como que nada ha pasado.