Por: Mauricio Gutiérrez
Por: Mauricio Gutiérrez, Abogado, De Chaparral, Sur del Tolima
El Tolima no solo sufre por la falta de oportunidades, sino por la indolencia de un modelo político despiadado, un sistema clientelista que ha convertido el abandono en una estrategia de gobierno. Dolores es el reflejo más doloroso de esa indiferencia, una tierra que hoy clama auxilio mientras sus habitantes quedan sepultados, no solo bajo una remoción en masa en la vía Prado-Dolores, sino bajo años de olvido, promesas rotas y negligencia institucional.
La comunidad está atrapada en el aislamiento, sin rutas de acceso, sin
inversión, sin siquiera el derecho a una movilidad digna. La vía alterna es una
condena: más de 100 kilómetros de recorrido por Neiva y Saldaña, un trayecto
absurdo que encarece todo, desde el transporte de alimentos hasta el acceso a
servicios básicos. No hay gasificación, no hay inversión en infraestructura, no
hay soluciones. Dolores está completamente desconectado, pero para el
barretismo, esto no es más que un daño colateral de su política de abandono
selectivo.
Y lo más indignante: el sur del Tolima tiene una representante a la
Cámara barretista, Delcy Isaza, pero su gestión presuntamente es un fantasma.
Una figura decorativa que solo aparece en campaña, pide votos y desaparece como
el humo de una vela apagada. ¿Dónde está su voz? ¿Dónde están sus gestiones?
¿Dónde está su compromiso real con la región que supuestamente representa? Para
el sur del Tolima, su presencia en el Congreso es tan irrelevante como la
voluntad política del Barretismo para atender las necesidades de los municipios
olvidados.
Lo que ocurre en Dolores es la prueba irrefutable del desprecio del
barretismo por los territorios que no considera electoralmente rentables.
¿Dónde está la Gobernación? ¿Dónde está la bancada barretista? Sus respuestas
son las de siempre: silencio, evasivas, excusas, promesas vacías. Pero la
realidad no se oculta con discursos. La realidad es esta: caminos destruidos,
pueblos incomunicados, comunidades abandonadas a su suerte.
HOY DOLORES SUFRE DOLORES, pero no solo por una vía colapsada, sino por décadas
de traición política, por una estructura como la Barretista que ha condenado a
cientos de familias a la desesperanza. ¿Hasta cuándo el Tolima soportará esta
burla? ¿Cuántos más municipios tendrán que quedar en el olvido mientras el
barretismo se reparte el poder?
Es hora de despertar. El Tolima no puede seguir siendo víctima del
Barretismo, quien trata a su gente como un número en las urnas y la olvida tan
pronto se apagan los discursos de campaña. Dolores grita, el sur del Tolima
clama, el departamento entero exige: inversión, compromiso y, sobre todo,
dignidad.