Por: Germán Sánchez- GERSAN
Es verdad lo que alguien dijo
por ahí, hemos llegado a niveles tan infantiles, tan bajos diría yo, que el presidente
de la República desata un caos y amenaza ruptura institucional por un trino
falso.
Lo que vivimos en Colombia hoy
no es ni siquiera un juego de tronos ni la lucha por el poder al estilo obsesión,
si no una pugnacidad parecida a pandillas guerra y paz. Una pelea por la calle
entre defensores y detractores del Gobierno Petro.
Lo peor y preocupante es que
la inmensa mayoría de colombianos están mudos y ausentes, mientras unos y otros
desde el Gobierno o la oposición, juegan a sembrar el caos. Me preocupa es que,
por omisión, estemos permitiendo los firmes pasos hacia una tiranía, de una
esquina o de otra.
Los unos tratando de poner
palos a la rueda al Gobierno Petro, sin reconocer sus acciones positivas en
varias áreas ni algún grado de avances en temas sociales; mientras funcionarios
de Petro parecieran no entender que son el ejecutivo, no están en campaña y
deben obedecer y acatar decisiones de las otras ramas del poder público, les
gusten o no, los beneficien o no.
Es verdad, el deber desde la
Presidencia de la República es no actuar solo basada en su ideología de partido
si no como parte del engranaje del Estado. No puede ni desacatar ni desoír las
decisiones de otras instituciones.
Así como todos debemos
rechazar las actuaciones del Fiscal Barbosa, que parece candidato, y no se
pueden perder de vista ni callar las denuncias de sus actuaciones posiblemente no
santas y las de su vicefiscal general, lo hecho por el presidente al llamar a
protestar en la calle, sí agrava el riesgo de una ruptura institucional con
muerte, violencia y sangre. El deber del presidente como jefe de Estado es
garantizar la unidad nacional y el respeto irrestricto a la Constitución y a la
Ley.
El país no es un juego de
batalla naval para ver cuántos barcos se hunden de un lado o del otro del
tablero, como parecen estar jugando el Presidente y sectores de la derecha;
hablamos es de preservar la democracia, los valores, las libertades
individuales y colectivas, la propiedad privada, la inversión, el proyecto de
vida que cada cual quiera para sí, el ambiente y la vida misma. Por eso, a
tanto áulico y lamebotas que funciona como caja de resonancia de un lado y del
otro, debe pedírsele mesura, sapiencia y un poco más de amor por la patria.
Punto.