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Las complejidades de los días
han golpeado a mi puerta sin reparo alguno, he examinado mis acciones repetidas
veces logrando admitir personalmente una gran suma de errores y malas
decisiones. Sí malas decisiones. He sido una persona explosiva, emocional, soy
sin duda un aventurero de la magia de las letras. Eso me ha traído
inconveniente a la hora de encajar en este mundo de agrupaciones efímeras, que
aparentan formas de vida hipócrita y mentirosa. Pero también he comprendido que
no quiero encajar en ningún lugar, no quiero que me encasillen, que me
clasifiquen en ningún grupo social y menos esperar la aceptación de quienes
ruegan y suplican ser aceptados, para convertirse en personas que no son y
muchas veces ni siquiera quieren ser. He visto amigos morir muchas veces. Sí
mueren al convertirse en personas que no son para buscar aceptación, viven del
qué dirán, mendigan aprobación y lamen suela a diestra y siniestra lo cual es
muy peligroso en estos días, pues no sabemos si esa suela se encuentre
infectada de coronavirus, el mal necesario que nos está mostrando que todos
somos exactamente igual y, que con dinero o sin dinero corremos el mismo riesgo
de ser infectados, es más ni todos los millones de dólares del mundo puede
comprar la cura para el célebre virus que no hace distinción de persona.
Queridos lectores que son
pocos, pero fieles, estos días no han sido fáciles para ningún hogar
colombiano, hemos tenido que echar mano de recursos extremos para pasar el
tiempo, para matar el tiempo literalmente, redes sociales, series, películas,
música, en fin, un sin número de recursos que nos evite enloquecer. Yo ya
enloquecí y creo que yo ya no soy yo, por lo menos el mismo yo interior, este
acontecimiento me ha llevado a especular serias tesis sobre lo verdaderamente
importante en la vida, lo que realmente no tiene valor económico, pero si un
valor interno que espero podamos hacer resurgir buscando una especie de
reivindicación social e interna. No todo en la vida tiene que girar entorno al dinero,
aunque es un mecanismo muy eficaz para sobrellevar la angustia que a veces
presenta la vida, miremos métodos alternos pero eficaces para escapar de la
agonía del día a día. No seamos presos de las imposiciones sociales que nos
establecen ciertas esferas o círculos, seamos autónomos y auténticos creemos un
libreto propio con nuestros personajes, diálogos y gustos, que si nos apetece
echarnos un sonoro pedo no tengamos que rendirle cuentas a ningún siniestro
personaje.
Por: José Antonio Buenaventura