Por:
Por: Giovanny Molina
Después de varios años, me
encuentro frente a la Universidad del Tolima. Muchas imágenes vienen a mi
memoria. Las aulas, los amigos, el restaurante, los viernes de música inundando
la avenida y los docentes que siguen dedicados a su noble labor, hacen parte de
esa estela de gratos recuerdos de la única Institución de educación pública superior
con que cuenta la región; esa misma que me dio la oportunidad de formarme como profesional.
En aquella época, fungí como Secretario
General y de Apoyo a la gestión del Departamento, en cabeza del actual
gobernador del Tolima, Oscar Barreto Quiroga y su equipo.
Corría el año 2016. Encontramos
en aquel entonces, que la Universidad atravesaba una gran crisis financiera,
debida a innumerables factores e inconvenientes que atascaban su desempeño administrativo
y académico, la contratación desbordada de personal, malos manejos
administrativos, la falta de carácter para manejar los recursos públicos
llevaron a la institución hacía unos de los peores momentos de su historia. Aquella
ordenanza del año 62, que fijara una cuota anual de sostenimiento para la
Tolima, terminó quedándose corta, debido al crecimiento mismo de la
universidad, que amplió su espectro de ofertas y su número de estudiantes de
forma casi tangencial, pero también porque el deseo político de contribuir al
ethos de la misma, fue escaso: solo se limitó al pago de la obligación, sin una
pretensión que no fuera otra que la de !cumplir la ley¡.
Tendría que pasar más de medio
siglo para se tomaran decisiones económicas y políticamente hablando, robustas,
que contribuyeran a fortalecer el quehacer de la Universidad del Tolima.
En ese orden de ideas, se
presentó ante la Asamblea del departamento, la ordenanza número 0001 del 13 de
Febrero de 2017, que pretendía modificar los aportes que debía recibir la
Universidad del Tolima para su sostenimiento y desarrollo.
Gratamente, colaboré como
enlace entre el gobierno y la Duma Departamental. Los aportes que la Tolima
recibía en ese entonces, estaban en los 3.200 millones. La propuesta estuvo
encaminada a incrementar ese valor hasta los 6.300 millones, cifra casi del
doble, es decir, un incremento de casi el 100%.
Hoy, mi alegría es inmensa, al
saber que los aportes hoy en día, figuran en el orden de los 8.250 millones:
otro esfuerzo fiscal de la gobernación del Tolima (ordenanza 0008 del 12 de
Agosto de 2018); una cifra que si bien constituye un notable incremento, obliga
a su vez, a continuar trabajando arduamente por ese ente educativo cuyo papel y
principal responsabilidad estriba en coadyuvar en las grandes transformaciones
que urgentemente necesita la sociedad.
Se estima que la reducción del
déficit fiscal anda por los 6.700 millones, de una cifra inicial de más de
24.000 millones del año 2016.
De manera que, gracias al
denodado esfuerzo de muchos, debemos apostarle a la permanencia en el tiempo,
ojalá por mucho, de nuestra querida alma máter. Debemos protegerla, además,
porque como dice un refrán por ahí: !nadie sabe lo que tiene, hasta que lo
pierde¡.
Por estas razones, es grato
para mí, enumerar varios aspectos que engrandecen a la Universidad del Tolima:
í¼ En la
actualidad, la universidad enfila baterías rumbo a la acreditación
institucional. Un logro de calidad que hasta la fecha, ninguna universidad de
nuestro departamento ha conseguido. De 288 instituciones de educación superior
en Colombia, solo 52 han obtenido la acreditación; conseguir la acreditación,
será sinónimo de calidad académica.
í¼ La
Universidad del Tolima se encuentra entre las 23 IES[1], con el mayor número de
estudiantes matriculados del país; para el semestre B del 2018, llegó a 19 mil
956 estudiantes, lo cual significa, una notable recuperación de la credibilidad
y más ingresos para la institución; así mismo, nuevos retos en materia de capital
humano, se hacen necesarios para seguir avanzando en materia de recuperación
administrativa, académica y de bienestar de la toda la comunidad educativa.
í¼ La
Universidad del Tolima, cuenta con los únicos cinco doctorados de la región;
dos programas de maestría y 17 programas de pregrado acreditados en alta
calidad; cuenta, además, con dos acreditaciones internacionales.
í¼ El 71%
de los grupos de investigación, están reconocidos por Colciencias en el Tolima
y el 36% de los docentes de planta de la universidad tiene título doctoral.
í¼ La
Universidad del Tolima educa al 63% de la población universitaria del
departamento.
í¼ Dos
patentes, que fueron notificadas a la UT el año inmediatamente anterior,
permitirán avanzar en investigaciones para identificar el Alzheimer y establecer
nuevas metodologías para la atención de personas en condición de discapacidad
auditiva. La primera, para la creación titulada !Sistema para la evaluación de
la memoria procedimental y asimetría motora en un modelo experimental de
Parkinson en ratas¡ y la segunda patente titulada !Sistema de panal para
creación e interpretación musical para discapacitados¡.
í¼ Muy
pronto se inaugurará en Ibagué, uno de los hospitales veterinarios más
sofisticados del país; insumo que, sin duda alguna, favorecerá notoriamente la
acreditación de alta calidad de la facultad de medicina veterinaria y zootecnia. Su dotación incluye equipos de
alta tecnología; algunos de ellos, están funcionando actualmente en la clínica
de pequeños animales de la universidad.
Seguramente, y con un panorama
financiero totalmente distinto, continuarán los esfuerzos para que la
universidad juegue papel importante y de impacto, en el desarrollo
socioeconómico de la región, en tanto, eje dinamizador en materia investigativa,
ciencia, tecnología e innovación.
En mi opinión, falta vigorizar
la vinculación de las diferentes cadenas productivas del departamento, desde la
universidad, para innovar procesos de cara a la competitividad, y para aportar
hacia el agro colombiano, sector afectado y con tendencia más a desaparecer,
que a recuperarse.
Propongo, que academia,
gobernación, alcaldía, clase dirigente, cámara de comercio y demás actores,
trabajen articuladamente en un plan de choque que mejore el desarrollo
económico de Ibagué, ciudad que ocupa hoy el tercer lugar de desempleo en el
país, acercándose peligrosamente a Cúcuta, en el segundo lugar.
Me resta felicitar a docentes,
estudiantes, administrativos, al rector, Dr. Omar Mejía Patiño, a la Dra. Olga
Lucia Alfonso Lanini, delegada del señor gobernador en el consejo superior de
la UT y al gobernador Oscar Barreto Quiroga; a todos, porque a pesar de los
duros momentos y las adversidades, han logrado navegar y conducir a buen puerto
a nuestra universidad; no han faltado los obstáculos, es cierto, pero todos
seguiremos trabajando en procura del mejoramiento continuo de nuestra alma
máter.