Por:
Por: Gustavo Osorio
El Domingo a las
05:00 pm una niña de 11 años de la comunidad indígena !Embera Chami¡, salió de
su casa al bosque a buscar unas guayabas para hacer un jugo para ella y su
madre enferma, sus nueve hermanas y sus hermanos, su padre ya había fallecido,
hacia un tiempo a tras.
Pasaban las horas y
la niña no regresaba a su casa, lo que de inmediato obligó a que sus familiares
iniciaran su búsqueda, entre los lugares donde fueron a buscar a la niña, estaba
el campamento donde se encontraba acantonado el ejercito en zona rural de
Puerto Rico, Risaralda; en límites con el Choco; los militares que allí se encontraban,
contestaron que no habían visto a la niña.
A las 10:00 de la
mañana del otro día junto al río y en un paraje despoblado, encontraron a la
niña, llorando y en un estado deplorable, al llegar a casa, la niña llena de
temor, rabia, angustia y bañada en lagrimas, relató a su familia lo que le
había ocurrido.
Entre los hechos
que relató, mencionó que soldados de nuestro Ejercito Nacional, la habían
violado, mientras un hombre la accedía carnalmente otros dos la sujetaban de
sus brazos y piernas, después mientras otro hombre la accedía carnal y
violentamente, otro hombre ponía su mano sobre su boca, para evitar que sus
gritos y voces de auxilio se escucharán. La amenazaron a ella y a su familia si
contaba lo que había ocurrido, y así pasó toda esta larga noche infernal para
esta niña de tan solo 11 años de edad.
Todo lo anterior,
conforme al relato que la hermana de 32 años le hizo a la periodista Vicky
Dávila en su programa, a través de las redes sociales en la revista Semana. En
el relato, dice la testigo, que después de que la niña cuenta su historia,
fueron hasta donde se encontraba el ejercito, la niña pudo ver a nueve soldados
que allí se encontraban, de los cuales reconoció en el lugar a tres de ellos, quienes
habían participado en la conducta sexual violenta en su contra.
Conocidos estos
hechos, la Fiscalía General de la Nación, procedió a solicitar la captura de 7
soldados pertenecientes a la unidad militar que se encontraba en el lugar de
los hechos para el día de ocurrencia de estos, una vez dichas ordenes fueron entregadas
por el Juez Penal en función de Control de Garantías, se procedió a realizar
sus capturas.
Lo que sucedió
entre el momento de la captura de estos siete hombres de las fuerzas militares,
y la audiencia de formulación de imputación, es una incógnita, la verdad de lo
ocurrido en esos momentos solo la tienen los Fiscales y los funcionarios de la Policía
Judicial, así como los procesados y sus defensores y, esperamos que igualmente
el Ministerio Público, el abogado Representante de la víctima que la Defensoría
del Pueblo debió haber proveído.
Pero por los hechos
subsiguientes y basados en la experiencia que me deja más de 15 años de
ejercicio como abogado penalista, podría afirmar con probabilidad de certeza,
que lo ocurrido, se circunscribió a un acuerdo soterrado, ilegal, y mal
intencionado entre la Fiscalía y los procesados y sus defensores, acuerdo que
trae consigo unas consecuencias funestas para la victima, su familia y para el
país en general, acuerdo que obedeció a la prevalencia de los errados
principios de la justicia espectáculo, que los verdaderos principios de la
justicia seria que hoy reclama el país.
Cuando el Fiscal
General de la Nación decidió proteger más su imagen y volverse un personaje mediático
y estar más pendiente de la opinión y de la búsqueda de la aceptación popular
sobre sus actos, que en garantizar el sigilo, el secreto, la seriedad y la rectitud
de sus actos y de los de su entidad, perdimos el norte.
Seguramente, en el
afán de entregar un resultado rápido a la opinión publica, de haber logrado no
solo la identificación de los presuntos autores, sino además mostrar al país
fortaleza al lograr que los responsables aceptaran de entrada cargos en la
formulación de imputación, llevó a que se hicieran unos acuerdos secretos entre
Fiscalía y Defensa. Y no tenía que ser así, pues el Código de Infancia y Adolescencia
prohíbe cualquier tipo de acuerdo en esta clase de asuntos.
Y ese acuerdo consistió
en que, a cambio de su aceptación de los cargos, la Fiscalía al calificar la
conducta, presentaría el caso como acceso carnal abusivo y no violento, lo que
de suyo ya les daría de entrada una pena menor; pero además, dejarían de
presentar o no presentarían la totalidad de situaciones que constituyen los
agravantes específicos, genéricos y que son los que permiten al Juez que va
dictar la sentencia, fijar la pena, la movilidad dentro de los cuartos
punitivos, para poder imponer la máxima, ejemplar y justa pena.
Es decir, si la
Fiscalía al momento de presentar la imputación jurídica, no presentó las
causales de agravación y de mayor punibilidad, tales como la condición de
superioridad del agresor, la coparticipación criminal, el concurso de delitos, porque
según el relato fueron varios accesos violentos y hasta pudo haber concurso con
actos sexuales violentos, pues si uno de los siete señalados no la accedió,
pero realizó otros actos distintos sobre el cuerpo de la niña, existiría dicho
concurso, y por haber coparticipación deben responder por la totalidad de las
conductas; si la fiscalía no hizo bien su tarea al momento de calificar
jurídicamente los hechos y no imputó conforme a la realidad, benefició a los
delincuentes dejando atado al juez de conocimiento a imponer tan sólo la pena mínima
para este delito, o por lo menos, una pena que no va ser la máxima posible y
que en últimas era la merecida en este caso.
No bastando tamaña concesión
hecha sobre la ínfima pena que estos señores van a recibir gracias al festín
mediático de la Fiscalía, se acordó igualmente, en forma secreta pero probado
con los hechos, que los sujetos bandidos y delincuentes, no van a ir a una
cárcel normal, sino que como hasta ahora sucede, van a permanecer en una base
militar.
Con la conducta
imputada por la Fiscalía, de acceso carnal abusivo, el ente acusador, desconoce
los testimonios y los elementos de prueba y evidencia física que permiten
concluir que la niña nunca consintió ser ultrajada toda una noche entre los matorrales
por siete hombres portando armas de fuego, pordebajeando su dignidad y
destruyendo su vida en cada tocamiento, en cada maldita penetración asquerosa, que
ella jamás aceptó, que ella esa terrible noche fue violada, contra su voluntad
y con el uso de violencia física y psicológica.
Esperemos que
además ese terrible error de la Fiscalía no repercuta en el proceso contencioso
administrativo entre las victimas y el Ministerio de Defensa - Ejercito
Nacional, y que la gravedad del daño no se vea disminuido y por ende la
indemnización que se otorgue tampoco sea la justa.
Señor presidente,
si tan interesado está en ayudar y hacer justicia, en lugar de salir a proponer
conductas contrarias a la Constitución y al derecho, como aplicar una cadena
perpetua que aun no esta vigente, dé la orden al Ministro de Defensa y al comandante
del Ejército, para que en sede de conciliación se indemnicé a la niña y a su
familia, con el más alto valor económico posible y legal, y no los vayan a
someter a un proceso de años.
Finalmente, el
horror de aquella noche lo vamos a terminar pagando los colombianos de bien,
con nuestros impuestos con los que se mantiene a nuestras tropas.