Por:
Por: Juan Espinosa
La aparición del Covid en
nuestro país debía representar la oportunidad para reconocer que:
a)
Nuestra existencia es efímera frente a las
crisis globales,
b)
Nuestra cultura de prevención es ineficaz,
c)
Nuestro sistema de salud es paupérrimo
d)
Nuestra economía personal y global no es
sólida.
Sobre esos reconocimientos
teníamos la posibilidad de construir una nueva visión de sociedad y con
una nueva sociedad una nueva ciudad, un nuevo país. Y de allí surgió el
maravilloso eslogan !Reinventarnos¡.
Sin embargo, la
realidad hoy nos demuestra que el rumbo no ha cambiado a pesar de la tragedia
que ha sido el Covid. La tragedia por él generada, no nos hizo entender que es
un problema de todos, exacerbando el egoísmo y la concentración de
poder. Por ello, los que pudieron corrieron a los supermercados a
comprar papel higiénico, comida en abundancia y hasta tecnología sin IVA, lo
que hizo que se encareciera los productos de la canasta básica y que se
expandiera aún más velozmente el virus. Primero yo, segundo yo.
La prioridad en la inversión Estatal
son las vías, no hay nuevos hospitales
en la provincia ni en las capitales.
La educación sigue siendo
excluyente. Los niños siguen sin
conectividad, sin computadores, sin dotación de prevención gratuita.
La
corrupción sigue rampante, enriquecernos sin esfuerzo y rápido.
El
odio generado por la política se ha incrementado en
lugar de unirnos en torno a un proyecto social común.
Los
impuestos siguen con cargo al más pobre y los empresarios menores se
pueden quebrar mientras que no se quiebren los bancos, los grandes capitales y
los medios de comunicación. Ya lo verán con la reforma tributaria, pensional y
de salud que ya se aprobó sin ser radicada.
La
ineficiencia del Estado se ha justificado en la pandemia.
La
especulación no respetó la tragedia. El que tenía dinero compraba
barato propiedades y el que tenía tapabocas los vendía supremamente costosos.
La
banalidad de la vida se aumentó en la medida que percibimos
que en cualquier momento podemos morir y es mejor gozarla ahora y ello conllevo
a desborde en la pandemia, nuevos picos de contagio y muerte de seres queridos
y extraños.
Seguramente, nuevos
mandatarios locales podrán capitalizar esta crisis y reconvertir sus ciudades.
Por lo pronto, ese cambio no sucederá, sino que ahora, con el Covid, las vacunas y el
debate electoral, se construye la cortina de humo perfecta para evitar asumir
responsabilidades políticas y excusarse en una tragedia nacional que
pudo ser mitigada a tiempo pero que solo incrementó la pobreza en nuestro país.
Perdimos esta oportunidad, esperemos
que la vida nos ponga una nueva prueba y de ella aprender a reinventarnos de
verdad.