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¿Qué hemos aprendido los seres humanos con esta
pandemia?
Lo principal ha sido aterrizar, detenernos, observar,
concluir, queramos o no reconocerlo, lo frágil e impotentes que somos. El
Covid-19 no estratifica, no diferencia, no discrimina, todos somos vulnerables;
con dinero o sin dinero, hace siempre lo que quiere, no es el rey, pero aterroriza
al planeta entero, y pensar que solo tiene corona y un virus.
Fue capaz de arrodillar al más ¡encopetado! líder
mundial, el que pensó que un fenómeno natural de tal dimensión e impacto, se
podía subestimar y lo hizo; verlo recular su posición ante la evidencia natural
que el tema produce muerte, hizo que se acabara el escepticismo, la
incredulidad de algunos que aún seguían pensando que nada pasaría. Pero pasó y
sigue pasando, lo que se pudo haber previsto.
En Ibagué y el Tolima, avanzamos por un buen camino,
camino que sería mucho mejor si la gente sintiera amor propio y quisiera más al
prójimo; además, si los que salen a la calle, sin ninguna necesidad, se
quedaran en casa.
Lo que viene después del Covid-19, será lo que muchos
desearíamos que viniera, un Estado encarnado en gobernantes con criterio
humanista que, para ellos, el ser humano y sus necesidades básicas insatisfechas,
sean su prioridad.
El agua potable para todos los administrados debe ser
una prioridad sin excusa, sin posibilidad de modificación, o es agua o agua.
Seguidamente nos protegemos; salud o salud. Luego nos educamos para la vida y
durante la vida; la prioridad deberá ser, cero niños con hambre. Estas sin son
prioridades, lo demás banalidades; hacemos vías en medio de pobrezas absurdas,
puentes donde no hay ríos y bocatomas donde no hay agua.
¿Seguimos o paramos?