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En
la mayoría de ciudades del país, los piques ilegales, carreras de autos o
motos, generan una dosis máxima de adrenalina, siendo quizá un mecanismo de
distracción para miles de jóvenes que no tienen mayores oportunidades, por lo
que buscan llenar su espíritu con ofertas urbanas a su alcance. En Bogotá, por
ejemplo, ha sido muy común que, en vías como la Avenida Ciudad de Cali, la
Suba, la Boyacá y la autopista Norte, se realicen carreras y piques ilegales;
en Medellín lo hacen en sectores como Las Palmas y la avenida Las
Vegas; En Cali, hay más de 100 grupos de aficionados que se mueven por redes
sociales y grupos de WhatsApp, incluso hay grupos por marcas de carros que
compiten para demostrar quiénes son los mejores en tecnología y mecánica
automotriz.
Ibagué no es le
excepción, también existen grupos de jóvenes que realizan estas actividades de
piques ilegales, según un aficionado, hay más de 120 vehículos adaptados para
correr. Como este no es un mundo ni de ricos ni de pobres, acá se encuentra de
todo, es común ver las famosas carreras de motos por la variante, donde las
descontinuadas motos RX 115, las DT, y otras más, son las protagonistas, esas
clásicas que dejan una estela de humo con ese particular olor a gasolina
envenenada que se confunde con el destello que dejan los más expertos, otros
participan en motos de alto cilindraje, amenizando la orquesta de adrenalina con
el particular rugido de los motores japoneses. Por inverosímil que pueda
parecer, hasta un monoplaza de Fórmula 3, toda una reliquia de la velocidad que
se exhibía como parte del espectáculo, fue retenido e inmovilizado por parte de
las autoridades en una de las vías a las afueras de la ciudad musical.
Para la gran
mayoría de desprevenidos no es fácil entender lo que representa esta popular !goma¡,
un coctel humano en el participan jóvenes, adultos, mujeres y hasta viejos,
algunos como espectadores y otros como pilotos que quieren sentir la adrenalina
y la aventura que produce la aceleración de los motores.
No pretendo en
este escrito de opinión denunciar, reprimir o cuestionar a nadie, mucho menos
cuando en algún momento de mi vida tuve la oportunidad de vivir tan excitante e
inolvidable experiencia, una cosa única. Es tan así, que vale la pena recordar
la participación de reconocidas personalidades del sector empresarial, de los medios
de comunicación, del poder judicial y hasta de la política criolla, por lo que
considero que es necesario y urgente reconocer que este tema no debe ser
abordado con una doble moral por parte de aquellos que guardan silencio ante
una práctica que más que peligrosa, hace parte del deporte del automovilismo y
la moto velocidad.
En la mayoría de
ciudades del país, estos grupos a motor han venido buscando la forma de
interactuar con las autoridades para encontrar un equilibrio que les permita
construir o utilizar escenarios propicios para la velocidad.
Varias
ciudades tienen problemas con los piques ilegales y sus prácticas relacionadas,
donde solo se han tomado medidas coercitivas en vez de buscar soluciones reales
y concertadas que estén acordes al problema. Ciudades como Medellín a través de
la Gobernación de Antioquia lograron avanzar en esto y construir un parque a
motor, la RAP Eje Cafetero, viene adelantando en conjunto con el municipio de
la Virginia en Risaralda, un proyecto para desarrollar un escenario ideal para
darle gusto a miles de aficionados a la velocidad.
Los
jóvenes reclaman espacios para quemar adrenalina, aunque suena curioso, gran
parte de este mismo segmento de juventudes, es el mismo que puso en aprietos al
país durante las jornadas de paro, ahí también se quema adrenalina, aunque de
otra manera.
El
gobierno central, así como los gobiernos departamentales y municipales, deben
gestionar y promover la formalización y desarrollo de estas actividades, además
de darle paso a la formación y apoyo de esos nuevos talentos que tanto necesita
el país.
Es
imperante apoyar este tipo de iniciativas buscando inversiones privadas o
publico privadas para la construcción de escenarios adecuados para la práctica
de deportes a motor, esto es clave, pues además de solucionar el problema, es
un espacio para la innovación, para la recreación y para el sano esparcimiento.
La Fórmula 1 no es un campeonato de carreras, es un campeonato a la innovación,
las marcas que ahí compiten están en medio de una carrera científica y
tecnológica.