OPINIÓN 20-03-2021
Por: Alejandro Rozo
Antes de utilizar este título “Petroeconomía”, supuse, que los primeros
pensamientos rápidos que se vendrán a la mente, se relacionan con inciertos y
muy complejos escenarios económicos, en el marco de la actual coyuntura
política que se vive en Colombia; algunos más desprevenidos pensaran en una
economía basada en el aguacate, otros pensaran en igualdad y equidad social,
algunos optimistas, pensarán en un estado benefactor asistencialista que
garantizará el fin de la pobreza; mientras que los pesimistas, quizá la gran
mayoría, traerán a su mente palabras como: expropiación, nacionalización de
empresas, pérdida de competitividad, fuga o migración empresarial, inseguridad
inversionista, o quien sabe que cuantas cosas más.
El profesor Ibrahim Oweiss, creador del concepto “petrodólar”, se
refería con este término a un dólar de los Estados Unidos, como una petrodivisa
obtenida de la venta de petróleo. Si comparamos los conceptos “petrodólar y
petroeconomía”, nos adentramos en lo que sería una economía dependiente de la
extracción de hidrocarburos, lo que por ejemplo representa para Colombia, el 5%
del PIB nacional, y con ello, la generación de recursos públicos adicionales,
más conocidos como regalías. Es acá donde se debe tener en cuenta que, una vez
aplicadas las modificaciones propias del acto legislativo 05 de 2019, como lo
es la modificación al régimen de regalías y compensaciones; la situación
presupuestal y financiera de las entidades territoriales, departamentales o
municipales, se ha tornado muy compleja, en especial por la des financiación de
las inversiones necesarias para el cumplimiento de los planes de desarrollo. Departamentos
que recibían $120 mil millones de pesos por asignaciones regionales en la bolsa
del 60%, para las inversiones en un bienio (2 años), ahora solo recibirán la
mitad para soportar inversiones en el mismo periodo de tiempo.
Para no dejar una idea inconclusa, ni un sinsabor, regreso al primer
párrafo de esta columna de opinión, donde se relaciona el título de la misma
con el nombre de un candidato a las presidenciales que viene tomando fuerza. Muchos
colombianos se sienten desconcertados al sentir la creciente aceptación
electoral que viene teniendo, ¿será una tendencia triunfalista pasajera o un
globo que ha propósito se infla para que luego explote?
Para algunos analistas políticos, el país se podría convertir en un
nuevo centro de experimentación socioeconómica para la decadente izquierda
latinoamericana, donde se retomarían fallidas experiencias como un intento más
para legitimar esta desacreditada tendencia política, reconocida por un
conjunto homogéneo de fracasos en América, especialmente en materia económica.
No es fácil entender como un candidato que, a pesar de sus brillantes elocuciones,
alta capacidad intelectual e innegable experiencia política, genere tantos temores,
incertidumbre y un ambiente tenso en un amplio segmento social, en especial en
la clase política tradicional, ¿le temen al candidato?, o, ¿le temen desgaste
del discurso tradicional que ya casi no suma y se queda sin argumentos para
mantener la institucionalidad?, ¿en materia política y económica qué es lo que
más le convendría al país?, más que respuestas o análisis políticos, espero que
cada quien piense de manera pausada, consiente y responsable cual debe ser el
escenario apuesta, “el futuro no existe, el futuro se construye”.
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