OPINIÓN 15-03-2021
Por: Nelson Germán Sánchez
Pérez – Gersan-
Ya hace un año que la realidad cotidiana nos cambió a todos por la pandemia del Covid 19 y sobre ello mucho se ha escrito desde muchas orillas y pareceres hasta hoy. Aunque no todo está dicho, sí se ha expresado lo suficiente.
Razón de más para que, sin
abandonar el necesario análisis de ese hecho transcendente, sí nos ocupemos de
sus conexos y auscultemos si de verdad hemos aprendido algo nuevo para afrontar
lo que hoy ya no es una teoría sino una realidad: La nueva normalidad. Que
claro, no es tan nueva ni tan normal.
Precisamente este nuevo
tiempo nos debe obligar a no llamarnos a engaños y asumir de una vez por todas
que el tapabocas, el distanciamiento social, la higiene de manos y en general los
protocolos llegaron para quedarse, lo mismo que los confinamientos y
cuarentenas así no nos gusten y nos neguemos tercamente a asumirlas. ¿De qué
hablo? pues de las realidades conexas al coronavirus, como sus nuevas cepas: la
brasilera y la británica que ya comienzan hacer estragos y según los “papers”
científicos especializados, sobre ellas existen más incertidumbres que
certezas. Lo real de todo ello es que ya sabemos que Inglaterra hace pocas
semanas tuvo que decretar confinamientos estrictos de nuevo, Alemania en una
tercera ola igual para unas zonas y así casi toda Europa.
Lo más reciente es que
Italia –por la cepa británica- en su
gran mayoría volverá a confinamiento a partir de hoy hasta el próximo 6 de
abril, porque 11 de sus 20 regiones son zonas rojas, debido a que el número
semanal de contagios superó los 250 por 100 mil habitantes y solo la semana
anterior superó las 100 mil muertes por Covid. Dicen que algo así como 26 mil
nuevos contagios y 380 muertes en 24 horas. Y eso que allí se han vacunado 1.8
millones de habitantes de 60 millones que son. Situación que consideran
demasiado lenta.
Precisamente esto nos lleva
a una reflexión sobre nuestro propio panorama colombiano. Pues aunque según las
cifras oficiales esta semana que pasó se lograron vacunar 50 mil personas, no
es suficiente, porque en los datos que se han conocido y son estimados por los
expertos, deberíamos estar vacunando por lo menos 100 mil compatriotas por día,
para poder terminar la vacunación a mediados del año entrante.
Y ello sin enfrentar aún la
llamada tercera ola que se sabe que llegará, ni a las nuevas variantes de la cepa
que hasta ahora se conocen, ni saber si se presenten otras. Razón de más para
pedir entre todos que la vacunación se acelere al máximo, que se junten todos
los esfuerzos y tomen las decisiones de una vez. Por lo cual, me uno a las
voces expresadas hasta ahora – e invito a que más se sumen- de que debe dejarse
de lado el innecesario debate de si los privados deben entrar a colaborar con
el plan de vacunación, comprar vacunas y aplicarlas, una propuesta audaz del
senador tolimense Miguel Barreto; pues claro, sí se necesita. No centrarnos en
si esa propuesta fue mía o suya, de venga me la atravieso porque no se me
ocurrió a mí o se me pasó, como vimos en bochornoso espectáculo desde la
hoguera de las vanidades a algunos políticos frente a la iniciativa. Si no más bien
concentrarnos en el detalle de ¿cómo sería? ¿Cuál el camino normativo más
expedito para hacerlo? ¿Qué tipo de privados? ¿Cuáles entidades? ¿Para vacunar
su propio personal y sus familias? ¿Si por ello se les rebajan impuestos? –claro,
si a los bancos y multinacionales ya se les dan gabelas por todo, pues por esto
si ameritan tenerlas. ¿Será de venta libre al público? ¿Cuál el precio máximo
regulado al comprador final? ¿Quién supervisará compra y aplicación? ¿Dónde y
quién puede aplicarlas y bajo supervisión de qué expertos en el área de la
salud? En fin. Si de lo que se trata es afrontar una nueva realidad, pues lo
más coherente es actuar desapegados a la vieja, y hacerlo con más prontitud,
pragmatismo y efectividad en todos los aspectos de la vida comunitaria, pero en
especial en la salud, porque entre más rápido avancemos allí más pronto
iniciaremos la necesaria reactivación económica y social a la nueva normalidad
que afrontamos y de mejor forma nos iremos adaptando. Privadas o públicas son
vacunas. ¡Aplíquenlas!
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