OPINIÓN 18-01-2021
Por:
Juan Espinosa
“La Ley 134 de 1994 establece las revocatorias como una forma de ejercer control y garantizar la eficacia en los actos del Estado. Es un derecho político por medio del cual los ciudadanos pueden dar por terminado el mandato que le han conferido a un gobernador o a un alcalde”. Eso en simple redacción y sin profundizar en temas jurídicos lo que ayer fue tendencia en redes en nuestra ciudad.
Yo he podido experimentar dos iniciativas de
revocatoria completamente diferentes. La del ex alcalde Luis H. Rodríguez
(2012) y la de mi Ex Jefe, el Doctor Guillermo Alfonso Jaramillo (2017). Y debo
decir que, en ambos casos, hubo intereses políticos detrás de cada iniciativa.
A Luis H no le terminó de ir bien en su
mandato. Por él mismo y por su familia,
la revocatoria hubiera sido un salvavidas que seguramente él hubiera apoyado de
saber que su gobierno iba a terminar en el lastre que fue para la ciudad, y
para él como hijo, esposo, padre y amigo. Lástima esa revocatoria no llegó a
felíz término.
En el caso de mi ex jefe, pues afortunadamente
no funcionó y se avanzó en los temas de ciudad que eran coyunturales y otros
quedaron en proceso. Yo sé que decir eso de parte mía puede carecer de
objetividad para algunos, por haber sido parte de su gobierno, pero no obstante
ese parecer, sí es mi deber defender la administración en la que trabajé cuatro
años y frente a un líder como el Dr.
Jaramillo, de los cuales ya quedan muy pocos por su trabajo incansable y su honestidad.
Evidentemente sus detractores no lo reconocieron ni lo reconocerán. Así es
la vida política.
Y llegando al presente, si bien es cierto la
administración de Hurtado le ha tocado lidiar con el tema global del Covid-19,
también es cierto que eso no es excusa para el manejo errático, tanto en medios
de comunicación como en decisiones que hoy en día, esas que lo tienen ad portas
de una revocatoria. Es decir, el Alcalde
Hurtado está enfrentando un descontento social que existe con respecto a los
administradores públicos, pero incrementado por su falta de gobernabilidad.
Falta de gobernabilidad que se refleja en la rotación de secretario y gerentes,
por sus salidas en falso mediáticas y por su misma falta de experiencia en la
administración de lo público como líder y no como subalterno. Esa falta de
experiencia se paga y más en un medio tan voraz como el político, donde la
competencia no rebaja ni media y la comunidad se expresa rápidamente. No vale
la pena mencionar detalles en esta columna.
Y dado a mi experiencia, mi punto de vista
sobre las revocatorias que se han adelantado en Ibagué es muy simplista, para
mí las iniciativas de revocatoria son iniciativas legales de un grupo de
personas que desean 1) captar votos y 2) hacer oposición a un gobierno que los
derrotó en las urnas y 3) hacer más visible un descontento que ya existe. Pero no solucionan el problema de raíz, lo
que si crean es inestabilidad a una ciudad.
Así
mismo, las revocatorias en Ibagué no han contado con el apoyo social general, es decir, no se ven
empresarios ilustres, deportistas, sindicatos, artistas, personal de la salud,
líderes comunales, maestros, constructores, gremios, asociaciones de mujeres,
representantes de las comunidades LGTBI, ni de los indígenas, ni veedores haciendo
parte de su comité.
Yo creo
que Ibagué, necesita unirse en pro de iniciativas de bien común. Y cuando digo Ibagué,
son todas las fuerzas vivas de la ciudad. Y no solo por el inconformismo de la
actual, pasadas o futuras administraciones, sino también en pro de cosas
positivas para todos, como la disminución de la pobreza, la lucha contra las
drogas, reducción del trabajo infantil, mejorar la calidad de la cultura
ciudadana, la movilidad, o porque no, comprar UCIS y donarlas al sector salud, etc.
Si
necesitan hacer control político, económico y social, mejor que conformen
veedurías
que estén vigilantes del uso de los recursos, que hagan seguimiento a las
obras, que denuncien cuando haya que denunciar y que sean permanentes y, no
ocasionales, como estas revocatorias que aparecen como aves cuaresmeras cada
cuatro años; independiente del ala política del gobernante de turno, pero que
se están volviendo habituales en nuestra ciudad, causando mayor desapego y
desamor a lo propio.
Con lo
anterior, no estoy diciendo que no protestemos en contra de la ineficiencia o
incapacidad, no. Una forma de protesta son las mesas de concertación, dando
como resultados planes de acción concretos en tiempo y presupuesto.
Ni estoy
justificando las acciones de la actual administración.
Ni estoy
deslegitimando a los convocantes actuales, lo reitero, es un derecho y lo pueden
ejercer.
¿Pero
para qué ejercer un derecho que no le trae bienestar ni estabilidad a mi
ciudad?
Propongo que los grupos representativos de ciudadanos usen otros mecanismos
como las veedurías y ejerzan el control ciudadano y político que les facilita
la ley, por el bienestar, estabilidad y gobernabilidad de nuestra ciudad.
¿Si el
alcalde si lo hace mal? Que la ley y el voto lo castigue.
Y ¿si lo
hace bien? Pues
que el pueblo le reconozca el trabajo para el cual fue electo. El Dr. Jaramillo
estuvo entre los mejores alcaldes del país, fue felicitado por Camacol en el
2019, fue reconocido como el mejor alcalde del país en materia de construcción
VIS y VIP por el Ministro de Vivienda, obtuvo el apoyo del Presidente Duque en
escenarios deportivos y Sistema Estratégico de Transporte SETP, obtuvo el apoyo
del presidente Santos en la construcción de obras de la Jornada Única, y etc.
“Hagamos vaca” para lo bueno, para lo constructivo, para lo propositivo. Y dejemos al alcalde gobernar. Aún tiene tres años. Si lo hace mal, pues tendrá sus consecuencias. Pero démosle tiempo al tiempo y no lleguemos a una revocatoria que nos vuelva a convocar a las urnas en donde llegará uno nuevo a tratar de hacer gobierno por solo dos (2) años y donde tendrá que proponer un plan de desarrollo diferente con un equipo de trabajo diferente.
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