OPINIÓN 19-10-2020
Por:
Camilo Ernesto Ossa B.
Todas las manifestaciones
sociales desencadenadas en los últimos días –semanas y meses- son la reacción
–y consecuencia- del inconformiso exacerbado de la sociedad frente a la acción
del Gobierno en temas trascendentales para el país, lo que indudablemente
encierra como característica única que está marcado por la ideología, donde
normalmente el debate se rechaza porque proviene del contradictor, acostumbrados,
así, a huir del debate. Recordemos que ya hizo carrera en Colombia responder
diciendo: “siguiente pregunta”. Creo conveniente empezar a hablar de la
profesionalización de la política y acabar con la “deriva” profesional de
algunos dirigentes de nuestro país.
El que administre debe tener condiciones técnicas
para ello, prepararse para el servicio público y realizarlo como actividad
profesional, con dedicación exclusiva, a investigar y proponer fórmulas de
administración, optimizar el funcionamiento Estado y maximizar los recursos
para la satisfacción del interés general y el bien común, pues la
particularidad de las acciones generan inequidad, violencia y pobreza, sin
embargo esto –la profesionalización de la política- podrá ser un tema para
analizar más adelante.
Tengamos en cuenta que la
autonomía y la libertad de los pueblos, que conduzcan al crecimiento,
desarrollo y riqueza social, sólo es posible a través del equilibrio de poderes
entre el Estado y la sociedad misma, a la par, uno al lado del otro, lo que
Lewis Carroll describió como el efecto de la Reina Roja en su novela “Alicia a través del espejo”, porque hay
que seguir corriendo para mantener la posición, pues en este caso, a diferencia
de la novela, la sociedad no puede dejar que el Estado coja ventaja –aunque
creo que ya lo hizo-, porque corremos el riesgo de vivir tiempos de una concentración
absoluta que limita y restringe las libertades, tanto individuales como
colectivas. Necesitamos que la sociedad se siga levantando, de forma pacífica,
pero decidida, para mantener a raya al Leviatán.
La minga indígena, así como
las protestas y manifestaciones sociales por el asesinato de los líderes
sociales, por los asesinatos a manos de la fuerza pública, por los anuncios de
reformas laborales o pensionales, por la reforma tributaria, solo por citar
algunos ejemplos, son los síntomas de la efervescencia que se vive en las
calles, a la cual, en vez de bajar la temperatura y ponerse en sintonía con el
ciudadano, se suele escuchar –como una forma de rechazo al debate- que todas
las manifestaciones están cargadas de ideología y tienen un contenido político,
¡pues claro que es así!, porque a la final, todos los sectores, sin distinguir
la ideología, están en la lucha por el poder para establecer un modelo político
económico y social, lo cual requiere y necesita la política.
Que profunda desconexión
existe entre los gobiernos y los ciudadanos –esto aplica a todos los niveles-,
pero si realmente queremos transformar nuestro país, -y no estoy hablando de
decidir entre una ideología u otra, estoy hablando de elegir entre quienes
ofrecen la mejor versión de nosotros mismos como reflejo de la sociedad-, hay
que pasar de la trinchera de las redes sociales a la realidad y, de ahí, a las
urnas en señal de compromiso con las próximas generaciones. Aprendamos a
valorar el hecho que la suma de muchas voluntades serán las capaces de afectar
el resultado.
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