OPINIÓN 14-09-2020
Por: Nelson Germán Sánchez
Pérez –Gersan-
Claro que nadie está de
acuerdo con la violencia o la destrucción a infraestructura ninguna y mucho
menos si son negocios o propiedades privadas construidas durante muchos años con
el sudor de su frente y honesto trabajo, muy distinto al exigió sudor de los
políticos nuestros. Pero es poco menos que inconcebible que el balance sea la
preocupación por un supuesto vandalismo a bienes, que en realidad es la
expresión del inconformiso ciudadano por el sistema económico y social que
envilece a familias enteras del país y que se reactivó en modo de protesta
pública debido a un detestable abuso policial. Y lo digo no en defensa de la
intolerancia si no porque esos CAIs que se deben reconstruir, las paredes que
se tienen que pintar, las sedes bancarias a arreglar, pues se van de levantar
con mis impuestos y los suyos, los que seguimos pagando, y con los cuales
también nos han obligado a pagar los enormes robos al erario de políticos,
grandes empresarios y altos funcionarios con Odedrecht, Reficar, Saludcoop, El Guavio,
Hidrohituango, Foncolpuertos, Interbolsa, Carrusel de la Contratación en
Bogotá. Fidupetrol, cartel de la hemofilia, Dirección Nacional de
Estupefacientes, el robo de Luis H y sus bellacos en los Juegos Nacionales, y
dejemos ahí porque faltaría espacio para mencionar solo los últimos; ¡ah! y de
paso ahora darle 370 millones de dólares a una empresa no colombiana como
Avianca, mientras se quebró a pequeños y medianos empresarios y comerciantes. No. Aquí el problema es saber
de una vez la verdad, el por qué la Policía luego de cometer semejante abuso a
la vista de muchos y el posterior asesinato del abogado Javier Ordóñez, salió a
disparar a los manifestantes en Bogotá según las denuncias y videos que hoy se
conocen, dejando el terrible y siniestro saldo de 13 personas muertas -especialmente
jóvenes- en esas jornadas, con heridas graves a casi 80 y algo más de 200 con lesiones
generales. También resultaron 194 policías heridos. Ese es el meollo del asunto público que nos
corresponde como sociedad discutir y esclarecer, que no se puede desviar ni
olvidar. Por eso, es necesario exigir
el conocer por instrucciones de quién actuaron los policiales esas noches,
quién y cómo se las impartió, dónde y de quién recibieron ese tipo de
capacitación para controlar protestas; porque recordemos que por lo menos a
seis de los compatriotas que resultaron muertos en la capital del país les
dieron disparos directo al tórax o entre el tórax y el abdomen. Lo cual no
pareciera ser ni muchos menos una coincidencia. Además de ser descubiertos
policías con sus chaquetas al revés, ocultando sus identidades y vestidos de
civil. Como en las peores dictaduras del mundo, muy al estilo venezolano. Y mientras este tema
importante debe afrontarse de frente, para darle soluciones y corregir para
evitar que se repitan y más inocentes resultes asesinados. Algunos parecer más
interesados en pasarlo de largo, agitan, como tratando de volverlo un poema sagrado,
el respeto absoluto y ciego a las instituciones; pero desafortunadamente son los
mismos a los que les conviene que sigan sin mejora, sin reformarse, sin
analizarse a la luz pública sus problemáticas internas, para que sin estas
mutar para mejorar, ellos las sigan utilizando para conservar sus propios
intereses de poder mezquino. Hacen un llamado en su defensa y de supuesto
espíritu democrático de dientes para afuera, como si con ello se solucionaran
de fondo y de manera real los problemas cancerígenos que todos conocemos y
padecemos, como los que carcomen a la Policía o el mismo Congreso, por ejemplo.
De otro lado, debo exigir
respeto por la actividad periodística, la libertad de prensa y de información.
Porque mientras cumplían con el deber de informar se registraron aleves atentados
contra esa libertad la semana pasada y eso no se puede callar ni tolerar ni ser
cómplice de semejante abuso. La propia
Fundación para la Libertad de Prensa estableció que entre el 9 y 10 de
septiembre se registraron 20 casos de violación a esa libertad, en la cual se
vieron involucrados 22 reporteros, de dichos casos 16 fueron responsabilidad
directa de la Policía. Detenciones ilegales,
amenazas, agresiones físicas, obstrucción a la labor, contra colegas en
ejercicio de su función. Además, dos detenciones ilegales, una contra un
fotoperiodista del medio universitario Mi Ciudad, de la universidad
Agustiniana, Diego Patiño; y otros contra tres de nuestros paisanos
ibaguereños: Cristian Trujillo, Luis Rengifo y Kevin Charry, del portal digital
La Otra Verdad. Ante eso uno no puede quedarse callado por no incomodar a un
comandante policial o el político en turno. No señor. Respeto a la prensa.
NACIONAL 03-04-2020
“Aguapanela, bicarbonato y limón. Es la receta”: Paciente recuperado del coronavirus
PUBLICIDAD