Si buscan un lugar para disfrutar en familia, natural, pero sin salir de Ibagué, este es su destino ideal.

A tan solo unos minutos del bullicio de la ciudad, en la Cra. 22 Sur #114-64 del barrio Aparco, se encuentra un lugar donde la naturaleza, la diversión y la tradición familiar se entrelazan: Ponylandia. Más que un parque, es un proyecto nacido del corazón de una familia ibaguereña que decidió compartir su amor por los animales con todos los tolimenses y visitantes que llegan a la ciudad musical de Colombia.

Desde junio de 2018, Ponylandia ha sido un destino recurrente para familias que buscan un espacio campestre donde niños y adultos puedan aprender, jugar y disfrutar juntos. Su origen está cargado de pasión: “Somos ibaguereños, y esta idea nació del amor que sentimos por los animales. Queríamos que más personas vivieran esa experiencia”, cuenta uno de sus creadores.

La joya del lugar es su granja didáctica, protagonizada por ponys, pero donde también habitan caballos, burritos, cerditos mini pig, cabras, ovejas, llamas, terneros, conejos, conejillos de indias, gansos, loritos australianos y muchos más. Los visitantes más pequeños pueden alimentar a los animales con zanahorias, montar en pony y participar en actividades como piscina de pelotas, inflables, arenero, saltarines, tirolesas y talleres de pintura.

Además del aprendizaje y la interacción con animales, Ponylandia ofrece un ambiente ideal para toda la familia. Su restaurante tipo parrilla cuenta con una variedad de platos que incluyen comidas rápidas, costillas, alitas, churrasco, mojarra y el tradicional sancocho dominical. Y para quienes buscan descansar mientras los niños juegan, hay zonas con hamacas, bolirana y cancha de tejo.

Eventos como cumpleaños, salidas pedagógicas de colegios y celebraciones empresariales también encuentran su lugar en Ponylandia, con paquetes personalizados y promociones especiales. Actualmente, el parque ofrece un bono de cinco entradas por solo $50.000 por niño, válidas hasta el 31 de diciembre de 2025. Los adultos, por su parte, ingresan sin costo y solo pagan lo que consuman.

“Acá todos se divierten. Desde el más pequeño hasta el más grande tienen su espacio. Es un lugar hecho con amor, para disfrutar en familia”, concluyen orgullosos sus fundadores.

POR: Natalia Gualanday - El Irreverente